¿Qué imagina uno cuando le dicen que algo está en “la nube”? Por lo menos yo no tenía una imagen que me viniera a la cabeza, hasta ahora. Tampoco había reflexionado sobre cuánta energía implica almacenar archivos en la web o conectarse a Internet, ni cuanta contaminación genera.
En realidad “la nube” son servidores, también llamados granjas o clústeres, repletos de computadoras. Existen unos cien millones de servidores repartidos en centros de datos, las mayores granjas están en Tokio, Chicago, Dublín, Gales y Miami. Algunos estudios estiman que el 21% de la energía que necesitan las TIC corresponde a los servidores. Asimismo, estas granjas representan el 3% del consumo energético global.
El problema es que, generar la electricidad implica el consumo de recursos y, en muchos lugares, el consumo de combustibles fósiles.
Para hacer frente al Cambio Climático, el mundo requiere una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos años; sin embargo, el consumo de energía requerido para las tecnologías digitales aumenta un 9% al año, afirma la fundación francesa The Shift Project.
Además, advierte que, las tecnologías digitales emiten el 4% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), es decir, más que la aviación civil. Esta proporción podría duplicarse para el año 2025 y alcanzar el 8% de todas las emisiones de GEI, comparable con la proporción actual de emisiones de los automóviles.

¡Con e-mails dejamos huella de carbono!
La contaminación causada por las tecnologías digitales (sin mencionar los desechos) no termina ahí. Un estudio de la empresa británica de electricidad Ovo Energy, publicado en noviembre del 2019, encontró que enviar un solo correo electrónico crea 1 g de emisiones de carbono.
“Puede que no parezca mucho, pero según nuestra investigación, los británicos envían más de 64 millones de correos electrónicos innecesarios todos los días. Esto representa 23.475 toneladas de carbono que se agregan a la huella global cada año. Uno de los correos electrónicos innecesarios más comunes que enviamos son esos pequeños correos de ‘gracias’. Es por lo que, alentamos al Reino Unido a ‘pensar antes de agradecer’”, dice la compañía.
Afirman que, si todos los británicos dejaran de enviar uno solo de estos correos al día, reducirían su huella de carbono colectiva en más de 16.433 toneladas al año (es decir, 81.152 vuelos entre Gran Bretaña y Madrid).
Algunas empresas hacen lo propio para reducir las emisiones. Por ejemplo, en 2019, Google comunicó que compró suficiente energía renovable para cubrir el 100% de su consumo de electricidad anual global. Pero su meta es más ambiciosa: “comprar suficiente energía sin emisiones de carbono que cubra el consumo en todos los lugares en los que operamos y durante todas las horas del año”.
Los videos en línea también tienen un impacto ambiental
El informe «Crisis climática: el uso no sostenible del video en línea» se refiere al impacto ambiental de los usos de la tecnología digital, los califica de insostenibles y advierte que aumentan rápidamente. Este informe es de la fundación francesa Shift Project y fue publicado en julio 2019.
El estudio se centra en el video en línea por su uso intensivo hoy en día. Los videos que vemos a través de la web están almacenados en centros de datos, se transfieren a nuestros dispositivos (computadoras, teléfonos inteligentes, televisores conectados, etc.) a través de redes (cables, fibra óptica, módems, antenas de redes móviles, etc.). Todos estos procesos requieren electricidad cuya producción consume recursos y, por lo general, implica emisiones de CO2.
El video es un medio denso de información. Diez horas de video de alta definición comprenden más datos que todos los artículos en inglés en Wikipedia en formato de texto.
Con este informe, Shift Project trata de promover la “sobriedad digital”, que consiste en priorizar la asignación de recursos en función de los usos, para ajustarse a los límites físicos del planeta. Esto requiere cuestionar la pertinencia de cómo usamos las tecnologías digitales.
La “sobriedad digital” aplica en varios niveles tanto colectivo como individual. Para estar “digitalmente sobrio” en el consumo de video en línea, una persona debe usar la definición más baja posible para beneficiarse de los contenidos, reducir el consumo de video y ser más selectivo de lo que ve.

Uso excesivo del video en línea
Si sos de las personas que les aman hacer «maratones de series» en plataformas digitales, seguro no te gustará saber esto. O quien sabe, tal vez te motive a hacerlo de una forma más responsable con el ambiente.
En 2018, la visualización de videos en línea generó 306 millones de toneladas de CO2, eso es equivalente a la cantidad de gases de efecto invernadero que emite España: 1% de las emisiones globales. Asimismo, el video en línea genera el 60% de los flujos de datos mundiales.
Las emisiones de gases de efecto invernadero, GEI, de los servicios de Video on Demand, VoD, como Netflix y Amazon Prime, son equivalentes a las de Chile, cerca del 0.3% de las emisiones globales. VoD representa el 34% de los videos en línea.
Del mismo modo, la pornografía representa el 27% de los videos en línea, los tubes como Youtube, Dailymotion, etc, el 21% y otros 18%, según la clasificación usada en la investigación.
En términos de usos, el consumo excesivo de tecnología digital se compone principalmente de videos.
Una de las principales compañías de VoD, Netflix, casi duplicó el consumo de energía en un año. En 2018, el consumo directo de energía de Netflix fue aproximadamente 51.000 megavatios por hora (MWh), mientras que el contenido de publicación usó 194.000 MWh, para un total de 245.000 MWh. El año pasado, el uso de energía de las operaciones aumentó a 94.000 MWh mientras que el contenido del servicio requirió 357.000 MWh, para un total de 451.000 MWh.
La empresa trata de proteger su imagen afirmando que compensa el 100 % del consumo directo con Certificados de Energía Renovable regionales.